El Puente del Fraile
No todas las historias de fantasmas de San Miguel tienen lugar dentro de los estrechos límites del área urbana. Algunos residen en las afueras, en las aguas, en puentes y en las montañas cercanas. Estas historias, contadas durante muchos años, algunas de hasta unos pocos siglos, infundieron miedo en los corazones de los viajeros por San Miguel.
Una de estas historias se remonta a casi 500 años, a los hechos ocurridos en 1574. Ese año, la parroquia de San Miguel el Grande–como se llamaba entonces nuestra ciudad–había solicitado una escultura del Cristo para la Parroquia. Era una escultura muy especial, hecha de pasta de maíz, técnica que sólo se hacía en Pátzcuaro, Michoacán. Transportaban dos figuras casi idénticas de Jesús en la cruz; una con destino a San Miguel y la otra al pueblo de San Felipe. Dos frailes llevaban las imagenes a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro. Llegaron a un puente de piedra que cruzaba un arroyo. Era un camino angosto y elevado, tal como lo es hoy, y fue justo aquí donde fueron emboscados por los guerreros chichimecas que hacían la guerra contra los conquistadores españoles. Los dos frailes fueron asesinados –dicen que murieron abrazando las figuras– y que su sangre quedó en las imagenes para siempre.
Dentro de la Parroquia, bien alto en la pared frente al altar, un mural realizado en la década de 1960 representa la escena histórica. No conozco otra, y parece que este es el único registro pictórico de aquel acontecimiento.
Las imágenes fueron recuperadas y colocadas en los respectivos templos de ambos pueblos. El Señor de la Conquista todavía cuelga en el muro de la Parroquia hasta el día de hoy. Los dos frailes fueron enterrados en el templo de la Santa Escuela.
Pero la historia no terminó ahí, porque pronto llegaron informes de apariciones. Los viajeros afirmaron haber visto a un fraile parado en el puente, pidiendo que lo llevaran, y varios carruajes con sus caballos cayeron por los lados. Los accidentes continuaron a lo largo de los siglos. Incluso en la actualidad, la historia se ve alimentada por el hecho de que se han producido muchos accidentes automovilísticos a lo largo de ese camino estrecho y elevado. La historia persiste hasta el día de hoy, y muchos jóvenes “valientes” insisten en visitar el sitio, a unos veinte minutos de San Miguel, camino a Celaya. Se retan mutuamente a cruzar el puente en plena noche.
El infame "Puente del Fraile" ha visto muchos autos precipitarse por el empinado terraplén, y las víctimas, si sobrevivían, juraban que un fraile se paró frente a ellos y les hizo perder el control de su vehículo. ¿Te importaría comprobarlo tú mismo?
La leyenda del Chan
Algunas apariciones fantasmales no permanecen en un solo lugar, sino que acechan en muchas partes del país y aparecen en diferentes lugares de vez en cuando. Los dos siguientes aparecen en cuerpos de agua o cerca de ellos.
La Llorona, un espíritu embrujado cuya historia se remonta a la llegada de los conquistadores españoles, es un buen ejemplo de fantasma que aparece en diferentes sitios. Su historia es tan antigua que fue mencionada por el fraile Bernardo de Sahagún, un sacerdote español que llegó a la Nueva España en 1529. Aprendió el idioma de los mexicas y así pudo registrar las creencias, la cosmovisión y los relatos históricos de la población nativa en el momento de la conquista.
Durante los siguientes 50 años documentó todo lo que aprendió en un gigantesco manuscrito, el Códice Florentino, lleno de la información que había recopilado e ilustrado por artistas nativos. En sus escritos, Bernardo de Sahagún vincula la historia de La Llorona a orígenes prehispánicos. La Llorona es un espíritu errante, y puede aparecer en cualquier lugar de México, llorando por la muerte de sus hijos. Como dije en un artículo anterior, incluso en ocasiones se ha presentado cerca del Parque Juárez.
La historia del “Chan del agua” también es antigua. Esta extraña criatura puede ser uno o varios seres que aparecen en muchas partes de México, así como en nuestro propio San Miguel de Allende.
La historia del Chan se originó en Apaseo el Alto, un pueblo a unos 70 kilómetros al sur de San Miguel. Es una zona llena de aguas cristalinas y manantiales naturales. Con la llegada de los conquistadores españoles, el aumento de población trajo una mayor necesidad de agua, se cavaron muchos pozos, lo que empezó a afectar el ecosistema. Fue durante esta época cuando la gente empezó a ver a esta extraña criatura en las aguas de la zona.
Según la narración local, un grupo de tres hombres ebrios decidieron espiar a esta criatura. Esos tipos sí lo vieron, pero cada uno tenía una descripción diferente. Quizás hayas notado que los relatos de leyendas más confiables parecen provenir de avistamientos de borrachos….
Uno lo describió con cabeza de toro y ojos brillantes y ardientes. Otro dijo que parecía una serpiente de agua gigante, con ojos azules. Y el tercero dijo que parecía un sapo enorme, de piel verde y viscosa. Después de estos avistamientos iniciales, más gente vio la aparición y añadió detalles a la leyenda. Lo que se volvió más inquietante fue que la gente empezó a desaparecer en esas aguas, y la culpa siempre recayó en el Chan.
Algunos afirmaban que era una estrella gigante que brillaba en el agua, y que cualquiera que la mirara quedaría hipnotizado y caería. Otros decían que si mirabas fijamente al agua, en las profundidades verías piedras preciosas de colores vivos, pero si bajabas la mano para cogerlos, el Chan te agarraba y te tiraba hacia abajo.
Luego vinieron historias sobre cómo pacificar el Chan, si era necesario entrar en las aguas, como en el mantenimiento del acueducto. Después de fuertes lluvias, los trabajadores tuvieron que meterse en el agua para quitar el barro que había caído al manantial. Mientras los hombres trabajaban, otro hombre tocaba una flauta para apaciguar al Chan, el rey y dueño de todas las aguas.
Con el tiempo el Chan hizo su aparición en otras zonas cercanas, y uno de esos lugares es el Charco del Ingenio.
Mientras caminamos por el barranco, encontraremos un lugar desde el que podremos contemplar una masa de agua, muy abajo.
Dicen que de vez en cuando el Chan emerge de estas aguas e intenta atraer a los curiosos con objetos de valor. Aquellos que caen en esta artimaña y descienden al barranco para apoderarse de esos bienes, son atrapados por los Chan y desaparecen para siempre.
Dos pruebas lo confirman. En primer lugar, hay un cartel oficial encima del charco, nombrando y describiendo el Chan. También hay varias advertencias para no bajar. Obviamente los funcionarios conocen los peligros de un encuentro con esta criatura.
Si buscas más confirmación, te sugiero que tú o tus amigos beban mucha tequila y miren hacia el barranco. Ese es el estado óptimo para ver al temido el Chan.
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